Le sonríen los labios, las cejas... le sonríen cada vez que lo veo.
Abre sus ojos y sus párpados son dos ventanales. Así pues, veo todo desde unos peldaños por encima, lo justo para ver otra montaña después de la colina, la cual todos miráis pensando que es la cima. Ignorantes... no saber que la montaña más alta lleva su nombre. Y puedo ver el sol saliendo detrás de su risa, que me ciega y me deslumbra. Y puedo ver la luz detrás de sus ojos, que ilumina mi penumbra.